Nos encantan los dormitorios compartidos. Hay veces que es la única solución cuando no tenemos más espacio, pero es que, además, creemos que cuando los peques se llevan poco tiempo, puede ser una oportunidad única de crecer con un vínculo muy especial. Ahora bien, es necesario determinar cada espacio para que los niños tengan su propia privacidad. Hoy nos fijamos en esta preciosa habitación infantil compartida que además de aprovechar bien el espacio (lo cierto es que se ve bastante grande) utiliza unos colores que nos parecen un acierto. El gris azulado y el blanco, con una madera muy baja de tono en el suelo, logran crear un ambiente único.

Espacios delimitados

Como comentábamos, se trata de una estancia amplia, por tanto, es posible delimitar los espacios creando rincones para cada niño y, además, para el juego que podrán compartir. De esta forma, las camas se sitúan en los extremos de la habitación, mientras que en el centro se habilita una zona lúdica. Una composición interesante para que el área central de la habitación sea una zona común llena de estímulos.

Colores que suman

Los colores del dormitorio nos parecen un acierto absoluto. El gris azulado cuenta con lo mejor del gris y lo mejor del azul. El gris, ese color neutro que se ha convertido en el nuevo blanco y que pega con absolutamente cualquier material y cualquier tonalidad. El azul, el color de los dormitorios por excelencia, cálido y empolvado y a la vez perfecto para incluirlo en un entorno en el que el blanco también es protagonista.

Todos los elementos van en estas tonalidades a excepción de la madera del suelo. Eso sí, nos encontramos con una madera natural. No es una madera subida de tono, todo lo contrario. Un pavimento agradable a la vista que queda estupendo con el resto de tonalidades de la estancia.

Zona abuhardillada

En las diferentes partes de la habitación podemos ver que el techo se inclina. Esto podría ser un contratiempo si no intentamos usar bien esos espacios, pero lo cierto es que la resolución de estos techos, en este ejemplo, nos gusta. Por un lado, en una de las zonas se ubica la cama más pequeña. Sabemos que los techos inclinados, en su lado más bajo, son ideales para colocar muebles que no requieran estar de pie, y una cama es uno de ellos.

En otra de las zonas podemos ver, además, un tipi indio. Sí, parece que en esta parte tampoco importará mucho que el techo sea más bajo, pues incluso puede darle un punto de recogimiento y aislamiento que se suele buscar en estos espacios “secretos” fuera del alcance de los adultos.

Toques decorativos

Nos vamos a fijar, también, en los diferentes toques decorativos de este dormitorio. Para empezar, nos encanta la decoración de pared que hay junto a la cama pequeña. Esas letras que podemos hacer nosotros mismos con alambre o incluso con tiras de led. Sin duda una inspiración sencilla para dar un poco de vida al cabecero de la cama infantil.

En la cama grande vemos, por un lado, un precioso casillero que puede servir para colocar piezas pequeñas decorativas y que, con el tiempo, podría convertirse en un joyero.

Además, en esta cama, vista desde otra perspectiva, podemos ver un clásico entre los clásicos, el precioso dosel azul. Con un tono azul más potente que contrasta directamente con el gris azulado y el blanco de la cama. Una cama robusta de madera maciza que, como el resto de muebles pesados de la habitación, está lacada en blanco.