No lo decimos nosotras, lo dicen los expertos: los niños actualmente están más sobreprotegidos que antes. Hay que dejar claro que en la inmensa mayoría de veces este modelo se sigue porque las familias no ven otra opción ni tienen otras herramientas. No obstante, es importante que dejemos claro que la sobreprotección no es lo mismo que la protección, y que además está demostrado que los niños que crecen bajo un modelo sobreprotector son posteriormente más propensos a la aparición de ciertos cuadros de depresión o incluso enfermedades relacionadas con la autoestima baja.

Diferencia entre protección y sobreprotección

La protección saludable es aquella que no se convierte en una sobreprotección. Lo cierto es que es normal que como padres queramos proteger a nuestros hijos del mundo hostil, pero hay que saber cuál es la manera de hacerlo sin caer en el exceso.

Por ejemplo, proteger a un niño es cubrir sus necesidades básicas. Aquí podría entrar desde comer, dormir, darle su espacio para estudiar o resolver sus dudas. También sería pensar en su seguridad en casa, instalando sistemas de seguridad o incluso con la contratación del seguro de vida que pudiera protegerlos si a nosotros nos pasara algo. Por otro lado, si hacemos sus tareas, si no dejamos que ellos mismos se enfrenten a los problemas que tienen que afrontar en base a su edad, estaremos sobreprotegiéndolos.

Otra forma de protegerlo es apoyarle y darle afecto cada vez que nos lo pida. No se abraza demasiado ni se tienen excesivas actitudes cariñosas. Es importante para que ellos mismos puedan gestionar también sus sentimientos. Mucho ojo, pues en este caso, sobreproteger sería adelantarnos a sus emociones. Es mejor darles la oportunidad a ellos mismos de que nos lo comuniquen. De esta forma sabrán pedir ayuda cuando la necesiten.

En cuanto a los problemas en general, ofrecerles soluciones para que puedan resolverlos de forma autónoma sería proteger. Lo que sería sobreproteger estaría más relacionado con enfrentarte tú a la situación en lugar de ellos. Esta actitud no es muy recomendable, pues al final lo niños serán incapaces de solventar sus problemas en el día a día, durante su adolescencia y posteriormente cuando sean adultos.

En cuanto a informar sobre los posibles peligros para evitar que se hagan daño, es una buena actitud para que ellos mismos sepan qué se puede o debe hacer. Ahora bien, advertirles de cada uno de sus errores no parece una buena opción. Se trata de favorecer y fomentar la autonomía. Por tanto, es esencial que ellos mismos exploren el mundo y puedan cometer sus errores para poder también aprender de ellos.

Claves para evitar una sobreprotección familiar

Hemos repasado qué es proteger y qué sería sobreproteger. Como comentábamos, muchas veces las familias sobreprotegen por un excesivo miedo o por no tener las herramientas necesarias para afrontar este reto educativo. Podemos acercaros algunas claves interesantes.

Por ejemplo: intenta que sean ellos los que se equivoquen. No tiene que ser siempre así, pero de vez en cuando está bien que se esfuerzan para conseguir sus objetivos sin que tengan que acudir a ti. Si piden ayuda, un buen recurso es animarles a probar a hacer algo para ver si pueden hacerlo ellos solos. Si no pueden, es el momento de ayudar.

Enséñales desde pequeños la importancia de las responsabilidades. Es esencial que sepan que hay obligaciones dentro de casa y fuera de ella. Evidentemente se puede ser más laxos en determinadas ocasiones, pero marquemos límites desde el principio y seamos firmes.

Fomentad siempre el diálogo. Comunicaos con vuestro hijo todo lo posible. Tened diálogos abiertos para poder entender sus ideas. Muchas veces no es que los niños no se porten bien o no nos hagan caso, es que no sabemos comprender sus motivaciones.

Intenta siempre no proyectar tus miedos en ellos. Si tienes miedo al mar, si tienes miedo a los perros o a las aves, por poner un ejemplo, no protegerás a tu hijo si no dejas que se acerque a todo eso.

Concede libertad poco a poco y en la medida que su edad lo requiera. Una educación excesivamente estricta no da lugar a un adulto autónomo.